Para orar con la biblia
Propuesta de la revista “Según Tu Palabra” para alimentarse de la Palabra de Dios
Cinco pasos para llegar al Evangelio
Disponerse. Leer. Escuchar. Orar. Vivir
Cinco pasos para el camino. Disponerse, leer, escuchar, orar y vivir. Ésta es la sencilla propuesta de la revista «Según Tu Palabra«, concebida para hacer lectura orante y creyente de la Biblia (Lectio Divina). Sólo media hora al día para disponerse y alimentarse del Evangelio, lo que en un mundo marcado por la prisa parece mucho pedir. Pero no es tanto. Cinco pasos, cinco actitudes, cinco movimientos del corazón. Paso a paso, se hace el camino.
Con el texto del Evangelio de cada día, los cinco pasos nos ofrecen cinco actitudes para enfrentarse a la jornada y a las palabras de Jesús.
1.- Disponerse: busca un espacio y el tiempo que más te ayuden al recogimiento y el silencio interior. Comienza orando y pidiendo al Espíritu Santo que te haga sentir el amor de Dios. Reconoce tus limitaciones y pide ayuda a María para encontrar a Jesús en las palabras
2.- Leer: lee muy despacio y varias veces. Alguna vez, hazlo en voz alta, con calma y sin prisas. Usa las ayudas de tu Biblia para comprender mejor: notas, introducciones, vocabulario… Cíñete a lo que dicen las palabras. Déjate de inventos y fantasías. Lee buscando a Jesús.
3.- Escuchar: para dejar hablar a Dios haz silencio interior, así las palabras calan y suenan por dentro. Pregunta a las palabras qué mensaje traen a lo que pasa en tu vida y en tu corazón. Para escuchar hay que abrirse a obedecer a Dios sin creer que uno ya se lo sabe todo.
4.- Orar: no se trata de grandes reflexiones y propósitos, sino de expresar tus sentimientos. Busca dialogar con Dios, contarle tus cosas y responder con confianza a su Palabra. Ábrele tu corazón, comparte lo que te sucede, deja en sus manos tus penas y alegrías.
5.- Vivir: el Espíritu hace a Jesús en tu vida a su tiempo y a su forma, no a la tuya. Déjale hacer. Cuando en tu corazón sucede el amor de Dios, en tu vida pasan cosas y se te nota Jesús. Lo que más estorba a la acción de la Palabra es lo listo y lo bueno que nos creemos.
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